Mamá: voy a ser madre, vas a ser abuela.

 

Y me siento más conectada a ti que nunca, pero a la vez percibo que necesito separarme, como cuando era adolescente, para encontrarme a mí misma de nuevo.

 

Igual que a los quince años, no quiero parecerme a ti pero quiero que me sigas queriendo, y me da miedo este mejunje de emociones.

 

Te miro con otros ojos, de más comprensión y respeto. Deseo que tú me mires con esos mismos ojos, pero cuando me aconsejas sin que te lo pida, cuestionas mis decisiones, hablas de otros tiempos como si ahora no supiésemos, veo que aun no me puedes ver como la madre que ya soy, solo como hija.

 

Quiero decirte que me has criado bien: escucharé a mi hijo, cuidaré su inocencia, seré capaz de pedir ayuda si lo necesito y, sobre todo, me permitiré disfrutar. Porque tú te has esforzado mucho en “hacerme grande” y no voy a echar por tierra tu trabajo, así que me comprometo a ser feliz (o ser feliz muchos ratos).

 

¿Crees que podrás confiar en mí? ¿Vivirás mi maternidad sabiendo que has criado una hija capaz e inteligente? Puedes estar orgullosa, yo lo estoy.

 

Y mira que durante este embarazo estoy revisando bien mi infancia, y a ratos me encuentro con heridas, más o menos cicatrizadas. Soy consciente que yo también generaré heridas en mi hijo, entiendo que forma parte. Intentaré que sean todo lo leves que pueda, a través de pedirle disculpas, de rectificar, de mirarle a los ojos y ser sincera con él y conmigo, a la vez que teniendo compasión de mí misma.

 

Dicen que cada generación supera a la anterior, evoluciona. A la vez que todas las generaciones pensamos “en mis tiempos esto era mejor”. ¿Será que nos cuesta admitir el error? ¿Será que nos cuesta tanto admitir el cambio? No lo sé. Solo sé que hoy veo un futuro increíblemente emocionante delante de mí, del que quiero aprenderlo todo. Y sentirlo al máximo (incluido el parto sin anestesia).

 

Mamá: voy a ser madre, vas a ser abuela. Te quiero. Necesito que me quieras cómo soy, con mis decisiones en este embarazo y en esta crianza. Ansío tu validación, aunque me pesa hacerlo (me lo admito, me lo acepto, lo transito).

 

Ojalá mi hijo crezca aun más libre y su autovalidación esté por encima de la del resto. Pondré todo mi amor en ello.